viernes, 23 de octubre de 2015

La realidad de la PLISAN


La realidad de la PLISAN


Los romanos encontraron oro en las orillas del Miño a su paso por Salvaterra, pero las pepitas más gordas han salido a la superficie en la zona dos mil años después. Desde hace quince años, campaña tras campaña, políticos de todos los colores no han podido evitar remover la tierra en ese mordisco asestado en los lindes de Salvaterra con As Neves, como hace veintiún siglos lo hacían los romanos.
A los buscadores del imperio les atraía el brillo del metal, a los políticos que han pasado por el puerto seco les ciegan las cámaras a las que citan en la ingente explanada cada vez que se quiere asegurar en campaña que esta vez sí arranca de verdad el puerto seco. 
El alcalde de Salvaterra, Arturo Grandal, podría escribir un libro sobre la cantidad de colegas que han pasado por la zona para ponerse el casco y una sonrisa para anunciar el impulso definitivo a las obras. Desde su cargo de regidor ha visto pasar por allí a Xosé Cuiña, Castrillo, Álvarez Cascos y Julio Pedrosa como firmantes del proyecto. 
A Núñez Feijoo y Pablo Egerique suscribiendo el inicio de las obras. A Touriño, Caride, Caballero y López Peña, poniendo la primera piedra. Y a una legión de políticos anunciando el relanzamiento de la infraestructura portuaria tierra adentro. Ayer no pudo sucumbir a la foto tampoco la ministra Ana Pastor. Anunció, como ya se había hecho en el 2008, la urbanización del complejo, y lo hizo el mismo al mismo tiempo que se presentaba la construcción de la última y más emblemática torre de la Sagrada Familia. 
El templo de Gaudí lleva 130 años de obras. La plisan acumula quince, pero mientras la del arquitecto catalán ha atraído millones de turistas, la rentabilidad del destierro de Salvaterra solo es por ahora político, aunque a ninguno de los que por allí se ha pasado (salvo Grandal) le ha servido para continuar, como le pasó a los romanos.
Los políticos han hallado más oro en Salvaterra que los romanos.

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